Mientras millones de personas alrededor del mundo estábamos enganchadas a la televisión, viendo el mundial de fútbol, más de 300 personas han sido asesinadas en Nicaragua, durante las protestas contra el gobierno del presidente Daniel Ortega. Estas semanas han sido de mucha angustia para el pueblo nicaragüense, debido a la violencia y a la anarquía que se han tomado las calles del país. El gobierno y los grupos paramilitares se han encarnizado contra los estudiantes, los trabajadores, los pobres y la Iglesia, quienes protestan para reclamar un diálogo nacional que desencadene en un cambio democrático del actual régimen político. A los tantos asesinados, cuya sangre clama al cielo, se suman muchos más heridos y detenidos, ya que la protesta, amparada en la constitución como un derecho político, ha sido burdamente criminalizada.
Muchos de los que hoy son perseguidos han trabajado por décadas para apoyar el renacimiento de Nicaragua, después de la revolución para la liberación del país. Algunos de los antiguos líderes de la revolución nicaragüense, especialmente el presidente Daniel Ortega, han traicionado abiertamente el proceso y se erigen hoy como los represores de turno, contra este sufrido pueblo.
Durante este tiempo de dolor y de confusión, de dramático derramamiento de sangre, de resistencia y de lucha por la dignidad, la CLAR y la Vida Consagrada de América Latina y el Caribe, levantan su voz para reclamar el cese inmediato de la violencia y el restablecimiento de la legalidad, de la justicia y del orden democrático.
Nos solidarizamos con la voz profética que la Iglesia, obispos, laicos y consagrados, ha dejado escuchar con claridad y determinación. Muchos cristianos comprometidos han sido víctimas de esta violencia sistemática y absurda, que solo pretende sembrar miedo, para que la injusticia y la represión sigan su curso. La Iglesia que busca la mediación para el cese de la violencia, se ha convertido en objetivo de los ataques del gobierno y sus grupos paramilitares. Con los creyentes, las hermanas y los hermanos de otras iglesias y religiones, así como también, con los no creyentes de Nicaragua, nuestra voz se levanta unánime y comprometida para pedir que cese la represión. Esta voz incluye, además:
1. El cese inmediato de la violencia y de la persecución de la oposición política.
2. La defensa integral de la constitución y el respeto por los derechos políticos de asociación y de protesta.
3. El establecimiento de una mesa amplia para el diálogo nacional, que desencadene una salida democrática a la actual crisis social y política.
4. El respeto del debido proceso a todos los que han sido injustamente apresados y la liberación inmediata de los presos políticos.
Además de elevar nuestra voz públicamente, también queremos hacerlo dirigiéndonos al Dios de la Vida, al Dios de la justicia y de la libertad, al Dios de la paz, al Dios de Jesús, que vino para que tengamos vida en abundancia. Hoy, en esta noche de angustia y terror, nos hacemos presentes en favor de nuestras hermanas y hermanos nicaragüenses.
Pedimos a todas/os las/os consagradas/os del Continente Latinoamericano y Caribeño y a toda persona de buena voluntad a unirse en oración solidaria y comprometida por este País.
Comunicado de prensa de la CLAR a la opinión pública
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