Hoy los hondureños sentimos el deber de sumarnos con actitud solidaria a las celebraciones del bicentenario de emancipación política. Como creyentes, descubrimos en los hechos de la historia del propósito de Dios, aún en medio de las situaciones difíciles vividas por las generaciones.
Y es que a pesar de estar enmarañados en un rosario de problemas económicos, políticos y sociales mantenemos vivo el sentimiento y la pertenencia patria, como conceptos profundos blindados en hechos históricos que se han trasmitido de generación en generación.
Desde hace 200 años, cuando nos proclamamos independientes como estado hasta nuestros días, los pueblos centroamericanos han luchado sin mayor asombro por el desarrollo de nuestras naciones hermanas y de fomentar entre sus hijos el respeto a los principios de soberanía, igualdad y libertad de los Estados.
Han sido 200 años de buenas y malas experiencias donde los hondureños mantenemos viva la flama de la esperanza y el sueño de amanecer en una Honduras renovada donde impere el respeto y la tolerancia. Una Honduras con liderazgos honestos que nos lleven a puerto seguro, una Honduras donde haya desaparecido la incertidumbre, una Honduras sin pobreza, corrupción y violencia.
Desde Caritas Honduras celebramos el bicentenario patrio con optimismo y fe en Dios de que unidos como hermanos y haciendo las cosas bien alcanzaremos la Honduras soñada desde 1821.
Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad. (2 Corintios 3:17)
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